Por Rosalía Carolina Almeida.
Capitulo 1
Se hizo costumbre ver a Juan correr por la casa grande, jugando con sus amigos imaginarios, o saltando por el jardín. El era un niño de esos que parecen sacados de una publicidad televisiva, sus rizos rubios y sus ojos celestes y brillantes, completaban la apariencia angelical de aquel chiquillo de 6 años. Sus modales eran algo exagerados no tocaba una galleta sin pedir antes permiso. Era el segundo en la familia y también el menor por lo que le daba un lugar de preferencia en su hogar. Sus padres Jorge y Gabriela por mas de tener poco tiempo para atenderlo, ya que trabajaban todo el día, encontraban siempre un espacio paras darle cariño y mimos. Mayra, su hermana mayor, ya no vivía en la casa, a los 15 años se enamoro de un estudiante de abogacía, que era oriundo de EEUU, y se encontraba haciendo una experiencia de intercambio en la Facultad de Corrientes, vivía con una familia vecina, a los 16 años se caso y se fue a vivir con Henry a Norteamérica.
Juan tenía una niñera llamada Estela, una muchachita del interior, que vivía en la casa y además, también estaba Ana, una mujer mayor, que realizaba los quehaceres domésticos. Entre las dos se ocupaban de que al niño no le falte nada. Jorge, era gerente de imprenta en “El Territorio”, uno de los medios gráficos más importantes de la región, Gabriela, era jefa de enfermeras en el sanatorio “Palacios”. La vida familiar trascurría con normalidad, aunque el ambiente que se vivía por esos años no permitía estar del todo seguros, era el año 1978, era costumbre ver a los vehículos militares recorrer las calles buscando cualquier muestra de sedición o indicio revolucionario. En ese entonces gobernaba la provincia el Cnel. Antonio Serrano (Interventor Militar). Las calles estaban pintadas de celeste y blanco, las banderas flameaban en todos lados, esto nada tenia que ver con el régimen de turno, sino que en ese año Argentina era cede de Mundial de fútbol, hecho que hacia olvidar un poco a los habitantes la situación real del país.
Un día del mes de julio, Juan vio a su madre entrar corriendo a su cuarto, el la siguió sin entender que pasaba tras él, fue Ana quien golpeó la puerta del cuarto de su madre muy preocupada, adentro se escuchaba el llanto de Gabriela, la mucama le dijo a Juan que se fuera a jugar afuera un rato mientras ella veía que le ocurría a su mamá. Como era costumbre para el obedeció y se dirigió al jardín.
Ana entró al cuarto, y vio a la señora Gabriela llorando con la cara entre sus manos.
-¡Esto es terrible! ¡Esto es terrible!- Repetía mientras levantaba la vista, quizás buscando consuelo en su empleada y amiga.
-¿Señora que pasa? ¿Por que se puso así?- Preguntaba ana preocupada.
-¡Ay Ana! ¡Que desgracia! Jorge… Jorge…
- ¿Que le paso al patrón?
-Lo agarraron Ana, los milicos de mierda ¡Maldita mi suerte de vivir en este país! -Decía entre sollozos.
-¿Donde lo llevaron señora?
-No se Ana… No se…- Hablaba mientras recorría el cuarto como buscando algo.
-Tranquilícese por favor, piense en Juan, el esta un poco aturdido por que la vio entrando llorar, no supe que decirle… es un chiquillo tan bueno.- Intentando calmarla.
-Tiene razón tengo que tranquilizarme, así no le sirvo ni a mi marido ni a mi hijo. Ayúdame a buscar, en algún lado lo tiene escondido.- buscaba en los cajones de un viejo armario.
-A buscar que señora, no entiendo. – Profería ana.
-Los diarios Ana, los guardaba acá y hay que quemarlos antes de que estos desgraciados vengan y los encuentren.
-¿Los diarios? Están en el altillo señora ¿Por que hay que quemarlos?-Indagaba la empleada.
-No esos diarios, los que Jorge imprimía para la causa, yo sabia que alguno de sus compañeros de trabajo los iba a delatar…en esa oficina apesta el olor a gorila.-Pronunciaba entre dientes.
Ana ayudo a su patrona y se deshicieron de toda evidencia que podía involucrar o embarrar peor a Jorge, por el momento desaparecido.
Capitulo 2
Ya transcurrió una semana de todo aquello y no había noticias del papá de Juan, quien, triste se sentaba en el umbral esperando el beso cariñoso de su progenitor. Nadie le contaba a Juan lo que pasaba, para que… no lo entendería, solo era un niño…
Graciela recorría todos los lugares posibles nadie le decía nada, un día llego una nota anónima que le comunicaba la muerte de su esposo, esa noticia desgarro el alma de la pobre mujer, que aun tenia esperanzas de volver a verlo. Como era costumbre en la época no había responsables, ni cuerpo…ni nada…solo una nota que nadie firmo y junto a la nota un saco. Con horror, ella abrió el saco para descubrir su contenido, eran pertenencias de jorge, el anillo de bodas, un pañuelo ensangrentado y un llavero con la fotografía de Juan. Ahora si, no había dudas, su esposo estaba muerto. Intento llorar, pero, ya no tenia lágrimas, hace una semana que las estaba derramando día y noche. Fue a su cuarto y miro con su corazón abatido todo lo que lo recordaba a él, estaba deshecha y desolada, pensaba, como 20 años de felicidad, con un hombre maravilloso y lleno de vida podían terminar tan trágicamente, arrebatados por un grupo de viles y despreciables, que no se merecían el titulo de personas, mas bien bestias sin sentimientos vacíos por dentro, irracionales en su accionar.
Era mejor no avisar a Mayra ella estaba muy bien en los EEUU para que darle una noticia tan triste, además, era peligroso que ellos vinieran, no quería que se los involucrara, ya nada era seguro para nadie de esa familia.
Pasaron los días, Juan aun se sentaba en el umbral a esperar a su padre, su madre, con mucha angustia en la mirada, solo lo abrasaba fuerte... él no entendía nada. ¿Qué pasó con su papá? ¿Por qué no volvía? ¿Lo dejó? ¿Se olvido de él? Y ella se preguntaba. ¿Cómo decirle a un niño de 6 años que su papá estaba muerto? Tenía tanto para enseñarle, eran grandes amigos...y...ya no estaba. Pobre Graciela no tenia salida. Tenía que contarle.
-Juan, mi niño hermoso y bueno tengo que contarte algo, pero, prométeme no llorar. ¿Si mi amor? - Decía ella mientras no podía contener una gota cristalina, que fluía de sus ojos, y una vos raspada de tanto dolor.
-Tu papito Juan, ya no va a volver, se fue al mismo lugar que el te contó ¿Lo recuerdas? Allí donde fueron tus abuelitos.
Juan la miraba con los ojos húmedos no lloraba, no podía, se lo prometió a su madre, era un hombre "Los hombres no lloran" le decía su padre, y era un niño muy obediente.
-Entonces... ¿No lo veré más mami?
-No mi chiquito... ya no. Los dos quedaron callados y unidos en un abrazo de esos que solo se dan madre e hijo.
Capitulo3
Trascurrieron 5 meses de lo ocurrido. Gabriela volvió a su trabajo, y a Juan se lo veía jugar por el jardín nuevamente. Era vísperas de navidad, la casa estaba sin adornos, no había ánimos para esas cosas, solo un arreglo con pinas silvestres y algunas lametas metalizadas, que Ana coloco en la puerta, complaciendo el pedido del pequeño. Todo parecía estar normal, a pesar de lo sucedido meses atrás. Estela no podía volver a su casa, por que se le extravió el documento, y en esos tiempos no podías andar indocumentado, menos viajar. Así que se quedo a pasar la navidad con ellos.
La mañana del 25 de diciembre, alguien toco la puerta, en la casa recién estaban por desayunar, Estela se ofreció para ir a atender
al visitante inesperado. ¿Quién será? Se preguntaba Graciela. -Señora!! Es un oficial dice que trae una orden!! - Exclamó la niñera.
-¿Una orden de qué? Juan... no te muevas de acá, ya vuelvo. - Dijo mientras apuro el paso.
El largo pasillo se hacia interminable, su corazón latía en su cabeza ¿Qué querrán estos ahora? Pensaba.
-Soy el Oficial Pedro Martínez, tengo una orden de allanamiento en esta dirección.
-Pero... ¿Qué buscan? No entiendo.- Decía ella, tratando de ocultar que sabia de las actividades de su compañero. -No van a encontrar nada acá! -¡Pasen!! ¡Busquen bien'! ¡No dejen nada sin registrar!! -Ordenaba el oficial, quien parecía estar a cargo.
No tenían ni un poco de cuidado, rompían todo a su paso. Buscaban eso que, ella, sabia iban a encontrar. Era cualquier cosa, ni ellos mismos estaban seguros de lo que querían encontrar. Pasaron 20 minutos y al no encontrar nada, pidieron a Graciela que los acompañe, ella no pudo aguantar gritar angustiosamente. Sabía muy bien que podía significar aquello. Pidió a Estela se haga cargo de Juan hasta su regreso... regreso... ¿Acaso eso era posible? Ella sabía su final, la llevarían para torturarla y obtener una información que realmente ignoraba. Pero... ¿A quien acudir? Nadie le creería, se despidió con un beso de su adorado niño y se fue con los uniformados, sin oponer resistencia, no quería que su bebé quede con esa imagen de ella, al contrario fingió una sonrisa, todo por Juan...
Solo una cosa no se esperaba Gabriela, también se llevarían a la niñera ¿Con quien quedara Juan? No es posible. Pensaba angustiada. Que triste el destino de mi chiquito.
Juan se trato de esconder para esperar a su mami pero, fue inútil una señora lo tomo del brazo y lo subió a un auto. El miraba por la ventana, hasta perder de vista su casa. Y... no lloraba... "Los hombres no lloran" le enseño su padre y el era obediente.
Capitulo 4
Pasaron 5 años de aquello... En diciembre de 1983, el país recuperaba su democracia, los uniformados dieron un paso al costado, luego de haber realizado un sinnúmero de hechos aberrantes es, el peor fue el mandar a una guerra desigual a los jóvenes Argentinos, mandarlos donde dos conocían el fin trágico que se desencadenaría.
Los jardines de la gran casa, perdieron su forma armoniosa, era mas bien una selva llena de malezas nadie ocupo la casa desde que Graciela desapareciera. Y es así como la encontró Mayra, quien regreso de Norteamérica. Venía en busca de Juan, alguien le había contado que paso con sus padres, pero, de Juan nadie sabía nada. Ella se quedó mirando la casa muy triste. Abrazo a su esposo, y lloró...
La búsqueda empezó de inmediato, busco información en las comisarías cercanas no tenía suerte... ¿Cómo hacer? ¿Cómo encontrar un niño que seguro apenas la recordaba? Pero, a eso había venido tenia que encontrarlo, era su hermanito y la única familia que le quedaba en Resistencia. Mientras tanto mandó limpiar el jardín y a acondicionar la casa que estaba deteriorada, por el paso del tiempo y de tanto abandono.
A tres semana de estar ahí, una señora toco la puerta, era Ana, quien se entero que la niña Mayra volvió a su hogar. Ella la quería como si fuera su hija, la joven se emociono mucho al verla. Era como ver a algún familiar, la abraso, la beso e invito a pasar, tenia mucho que contarle y muchas preguntas que hacerle.
-Mi niña bonita, que bueno que regreso, tengo una noticia para darle es sobre Juan, tu hermano -Dijo la vieja mujer.
-¿Qué? ¿Sabes algo de él? -Interrogó mayra con los ojos húmedos.
-Si mi pequeña, yo se donde esta. Lo veía a escondidas y me aseguré de que no se olvide quien es.
Una gran sonrisa se había dibujado en el rostro de la joven.
- Dime ya Ana! ¿Dónde está?
-Lo tiene una familia del interior, es un ex comisario que vive muy cerca de la casa de mi hermana, es acá nomás a minutos en Colonia Benítez.
-Vamos, le dijo a Henry que saque auto y me llevas. ¡Que feliz me haces Ana!! ¡Que feliz!!-Repetía Mayra, que aun la parecía estar soñando.
Partieron de inmediato, mientras Ana el auto, le contaba a su niña que Juan estaba hermoso que era alto, y lo que más la alegro, fue saber que se acordaba de ella, que nunca la había olvidado y que la esperaba.
Llegaron al lugar en 20 minutos, no estaba tan lejos. Mayra se acerco temblando y toco el timbre. La atendió una señora, muy amable por cierto.
- ¿Que desea señorita?
-Vengo en busca de algo que es mió.
Al decir esas palabras un muchachito salió corriendo de dentro de la casa, era Juan quien presentía, y le pareció escuchar la vos de su mamá, a quien tanto extrañaba.
La señora no respondió solo se vio una lágrima correr por su mejilla.
-¡Juan! ¡Juan!! Gritaba entre llantos Mayra.
El niño, quien ya casi era un hombre, la abrazo, la miro a los ojos. Y por primera vez después de mucho tiempo lloró...
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