Silvia
era una chica común, su vida se desarrollaba con toda normalidad, era de
estatura media algo rellenita, cabello ondulado, en fin no era de las chicas
que llamaba la atención físicamente. Vivía con sus padres, quienes eran
personas muy amables y a los que todo el barrio conocía.
Un día Silvia se levanto
sobresaltada, había tenido un sueño, en el que alguien le decía: “sos una
persona especial, tienes mucho por hacer”. ¿Ella especial? No, fue solo un
sueño, quien pensaría que soy especial, pensaba mientras la inquietud quedo en
su mente. Desde ese día empezó a ver el mundo de otra manera y comenzó a darse
cuenta que había muchas cosas que no estaban bien. Pero ella, que podría hacer.
Su vida ya no paresia tan normal, ya no era una chica común, por lo menos eso
pensaban sus padres, los que se veían muy preocupados por el cambio en su niña.
Silvia fue al supermercado, a
realizar las compras, en eso vio a una señora que muy preocupada, no sabia por
que marca de leche decidirse.
-¡Por Dios! ¿Qué compro? Este…mmm…
no. Este otro…mmm…tampoco.
Silvia
se acerco a la señora y le dijo.
-¿Por qué no puede decidirse? Lleve
este señora es mas barato, después de todo todos salen del mismo animal.
-¿Estas loca? Esa leche no es una
marca conocida, además, lee, fijate no trae ni un agregado, de calcio,
vitaminas y todo eso como las de acá- Dice mostrando las marcas conocidas por
las publicidades televisivas, que estaban al doble de precio- seguro que si se
la doy a mi familia se enferman
-Esta
bien señora yo solo quería ayudar.-Decía Silvia retirándose lentamente,
mientras esuchaba decir a la señora, como balbuceando.
-¡Del mismo animal! ¡Ja, ja! Pobre
chica no debe tener televisor, que mal esta.
Después de ese suceso Silvia empezó
a comprender por que era especial, pero no se sentía bien con su
descubrimiento, es difícil cuando te das cuenta de lo simple de las cosas,
cuando tu entorno es tan complicado.
El día de su cumpleaños invito a
muchos amigos, va… a conocidos, eran chicos que cursaban el quinto año del
secundario con ella. Todo estaba preparado desde temprano, la comida, las
bebidas y la torta. Silvia no tenia mucho
que ponerse por lo que para su vestimenta eligió unos jean clásicos, una camisa
blanca con unos hermosos detalles bordados y un chaleco negro que completaba su
atuendo bastante sencillo. Los compañeros empezaron a llegar, ella los recibía
con una sonrisa, contenta de que hayan venido a su fiesta. Transcurrió un rato
luego de haber comido se sentó en un rincón de la casa, mientras veía como los
otros se divertían. Le costaba integrarse. En fin es mi fiesta se dijo, y se
levanto decidida, camino hacia un grupo de chicas que se estaban riendo, quien
sabe de que.
-Hola. ¿Cómo la están pasando
chicas? – Pregunto algo nerviosa.
- Todo bien Sil, pero disculpa, las
chicas no se animan a preguntarte, pero… estemm… bueno. Queríamos saber si
siempre te vestís así.- Lo dijo en tono de burla-
(Es natural muchas veces en los jóvenes ser
crueles entre ellos)
- Y… si… no se por que me lo
preguntas esto que llevo es un clásico, nunca pasa de moda.- contestaba ella,
aun, mas nerviosa que al principio, jamás
se le ocurrió que su conversación comenzaría así, tan mal.
- ¿Moda? A eso llamas moda ¡My God!
Esa camisa la abras usado para tomar la comunión y esos jean así ni se usan más
¡je, je! ¿Dónde los conseguiste? ¿En la feria? Sorry nena, pero… sos mas rara
de lo que creíamos. ¡Que mal estas!.
Silvia se alejo del grupo sin
contestar, estaba un poco confundida, era ella la que pensó en lo mal que
vestían sus compañeras, con jeans gastados y rotos que solo llegaban a sus
caderas dejando parte de su panza afuera y dos o tres remeras encimadas, con
zapatillas de colores y hasta plateadas, el cabello despeinado y el maquillaje
exagerado que las dejaba irreconocibles.
¿Qué estaba pasando? ¿Era verdad que ella estaba tan mal, y no se daba cuenta?
La fiesta termino temprano y esa noche le costo dormir.
Quería
entender, por que todo la que ella creía que era lo normal, los demás lo
veían como raro. Luego de la fiesta de cumpleaños Silvia se convirtió en una
chica más pensativa y solitaria. Sus padres la animaban a salir, a que se
divirtiera. – Divertirme ¿Con quién?- pensaba ella si todos la tenían como
rara.
Su vida transcurría, sin cambios, en
la soledad de su cuarto, escuchaba música de Jordan Rudess o de Kenny G.,
músicos que tocan música progresiva instrumental, con buenos acordes, ya que a
ella no le iba el ruido, como acostumbraba a decir. En su lista de música
siempre estaban los que de alguna manera tenían contenido tanto musical, como
en las letras de sus canciones. Una tarde su hermano que era dos años mayor que
ella paso por su habitación y oyó la música que estaba tocando.
-Hermanita ¿Qué haces?
- Nada… escucho música y pienso.-
Contestó algo extrañada, ya que su hermano muy pocas veces le dirigía la
palabra. No por que no se quisieran, son cosas que muchas veces pasan entre hermanos sin que
hubiera una explicación.
_ Huu… Mejor me callo, por que si te
digo que eso es lo más aburrido que escuche en mi vida, seguro te enojas. ¡Mira
que sos rara vos eh! Con razón estas sola, tenes que cambiar y empezar a vivir
como una chica normal.
- Y según vos ¿Qué música debo
escuchar? – Preguntaba ella, presintiendo una respuesta, ya que conocía los
gustos vulgares de su hermano.
- Mira, justo acá en el cel tengo
cargado unos temas que están re copados- y le hizo escuchar unos temas de
música electrónica, unos reggaetons que decían
“…mueve tu cadera, que tu eres mi perra,
menéalo, menéalo, menéalo…” o otra que
decía “…esta noche ta wena pa un fini…”
- Creo que mejor me quedo con mi
música, no creo que eso que vos escuchas sea lindo. Aunque te respeto.-le dijo
mientras le señalaba la puerta parta que se vaya de su cuarto.
-Ta bien, hermanita yo solo quería
ayudarte a ser normal, pero…si te gusta ser rarita… allá vos. – decía el
hermano mientras se retiraba cerrando la puerta dejando otra vez sola a Silvia.
Ella decidió entonces que a cada
cosa extraña, que solo ella veía, iba a callar, estaba cansada que le digan
“rara”. Un día caminando por un parque se encontró con una conocida de la
escuela primaria, quien la saludo, no sabia si contestarle o no, podía fingir
no acordarse de ella, pero se arriesgo.
- Hola Sil, soy Maria ¿Te acuerdas
de mi?
-Ha, si me acuerdo ¿Íbamos al cole
juntas no? –pregunto para que vea que si se acordaba.
-¿Vas para allá?- dijo señalando un
rumbo- Te acompaño así hablamos un rato.
- Bueno.- A Silvia, le venia bien
que alguien quiera hablar con ella, eso si se iba a cuidar de no meter la pata
otra vez, no quería que la vea como “rara” también.
-¿En que ocupas tu vida?
-Nada, voy al cole y… no se, lo que
hacen todos.- Manifestó para no parecer fuera de lo normal, o lo que ella veía,
que todos quisieran que sea.
-Ha… yo también estoy terminando el
secundario y en mi tiempo libre estudio música e Ingles. Pero lo que hago con
más gusto es juntarme los fines de semanas con los chicos del grupo. – Dijo
mientras buscaba algo en su mochila.
-¿Los chicos del grupo?- Interrogó
Silvia, con algo curiosidad.
-Mira acá tengo la dirección por si
querés ir, nos juntamos para hablar, debatir y sacar nuestras propias
conclusiones sobre temas que afectan a nuestra comunidad.
-¡Wow! Me parece genial. En realidad
últimamente no tengo con quien hablar sobre ciertos problemas que tengo, te
cuento, empiezo a ver cosas que otros no pueden ver, o sea… es como si todo
estuviera al revés, y a los demás ni les interesa. – Comento muy contenta, de
por fin haber encontrado alguien que la comprenda.
- Bueno, te espero el sábado, en el
folleto esta el horario y la dirección. Nos vemos Sil, chau.- decía Maria
mientras la saludaba con un beso.
-Chau Mari, y esta bien… nos vemos
el Sábado.
Desde ese día Silvia sintió que las
cosas iban a cambiar para ella, se la veía mas contenta y dejo de tener miedo
de decir lo que ella creía era lo correcto. Cuando llego el sábado pidió a su
padre que la lleve en auto hacia donde se reunían sus potenciales nuevos
amigos. Llegó al lugar algo nerviosa, le pidió a su papá que pase por ella en
dos horas mas o menos. En la puerta del local estaba Maria que la recibió muy
afectuosamente, la invito a pasar y comenzó por presentarle a los chicos que
estaban en el lugar, grande fue su sorpresa cuando noto que a algunos de los
jóvenes que estaban allí ya los conocía del colegio, jamás se imagino que ellos
pudieran participar de estas reuniones , ya que en la escuela se comportaban
normalmente , no parecían distintos a los otros.
El lugar era bastante lindo. Tenia
una gran mesa en el medio con sillas situadas a su alrededor, una biblioteca
con muchos libros con distintas temáticas. En un rincón estaba un escritorio
con una computadora y una impresora, también estaban apilados un montón de
folletitos, como los que le había dado Maria días atrás, seguramente hecho por
ellos mismos. En fin, Silvia pensó: “esto es un paraíso”.
Como bienvenida le pidieron a ella
que se sintiera como en casa, que ahí podría decir todo lo que ella sintiera y
que inclusive podrían ayudarse entre todos a entender mejor las cosas. Silvia
empezó contando lo del sueño y los distintos sucesos que vivió, de como se
sentía, del miedo a ser ella misma, al notar que todos la dejaban sola cuando
trataba de decir sus pensamientos. Todos la escuchaban con atención sin
interrumpir. Ella les dijo de sus ideas, de cómo le parecía que deberíamos ser
mas solidarios, aprovecho el momento para contar todo, no sabia de donde le
salían tantas palabras, pero lo real era que capto la atención de todos,
algunos la miraban un poco sorprendidos por el valor intelectual de sus
palabras, los saberes de Silvia eran muchos, en esos días que todos la
ignoraban ella leía y trataba de incorporar nuevas palabras a su léxico.
-Bien Sil!- Alentó Maria, mientras
comenzó el aplauso que luego siguieron todos los presentes.
Maria se sintió algo avergonzada,
nunca nadie habían elogiado sus palabras, y se le notaba con lo ruborizada de
su cara. Desde ese día, Silvia fue una de las más escuchadas en el grupo,
comenzó a poner en practica muchas de las acciones acompañada de los chicos.
Visitaban colegios, iglesias y todos los lugares donde se concentraban los
jóvenes, el pequeño grupo creció y Silvia se convirtió en su líder por
naturaleza, muchos jóvenes cambiaron su forma de entender la vida. Seguramente
estas acciones, que en definitiva se trataban solo de palabras, iban a
transformar toda una generación.
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