Despertar.
Aún seguía sin comprender lo que ocurría, cómo podía afirmar tal evento, no era lógico, yo estaba muy segura de tener a mí esposo a mí lado, es más el seguía acompañado mis locuras. Otra vez me invadió la angustia, mis ojos empezaron a inundarse de lágrimas, es que fue en ese instante, en ese cruel instante, que lo recordé. Fue como despertar de un sueño, o quizás esté era parte de el… que engaño maléfico me hace Morfeo, que confundida me sientia. Me senté en el sofá del consultorio. Cubrí mí rostro con mis manos, tratando de tapar mí tristeza, aquella que se negaba a aparecer. También comprendí que mí cordura había desaparecido, y la locura se había apoderado de mí vida.
Mire fijamente a la doctora y solo pude exclamar. -Lo siento…
Mis palabras eran casi un silencio, la voz apenas emergía de mis labios. Ella se acercó y me pasó un vaso con agua. Y me preguntó si seguía con mí medicación. Y la verdad era que jamás la había tomado, siempre pensé que esas pastillas nublaban la mente, y hasta podían producir adicción. Jamás imaginé que realmente estaba enferma… por instantes me sentí enojada conmigo misma. Hacia varios meses que había ocurrido aquel fatal episodio que trate de negar en mí mente y corazón. Lo bueno es que había despertado y debía seguir los consejos de mí psicóloga, y tratar de vivir en la realidad…
Volví a mí casa, al entrar vi colgado en el perchero su campera, seguro no me había animado a guardar o deshacerme de sus pertenencias. ¿Cómo lo haría? Era una vida, muchas historias y días felices. Cerré la puerta y fui a mí habitación quizás ahora sí pueda dormir, con el recuerdo intacto,con su retrato en mis manos, pero sabiendo que ya no estaba a mí lado…
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